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martes, 4 de mayo de 2010

"En una hipótesis de conflicto, la CGT no es un enemigo irreconciliable"


El secretario general de la CTA, Hugo Yasky, habló de la relación de la central con el Gobierno, de las críticas que recibe por mostrarse cerca de la CGT, y explicó qué haría en caso de ser reelecto en la votación de septiembre próximo. 

–¿Cómo es actualmente la relación entre la CTA y el Gobierno, teniendo en cuenta que aún no consiguieron la personería? 
–Es una relación que tiene claroscuros. Tiene momentos donde existe tensión porque vamos confrontando con temas, como por ejemplo el de la personería gremial, que nunca fue resuelto por el Gobierno y permanentemente postergado. Es una contradicción retórica muy grande porque, por un lado, reconoce a la CTA de hecho convocándola al Consejo del Salario y reconociéndola como una central y, por otro lado, la desconoce en el aspecto legal. De manera tal que en este tema como en otros hemos tenido puntos de confrontación como es la política en el INDEC, que es algo muy cuestionado por nosotros y hemos apoyado iniciativas como por ejemplo las reestatización del sistema jubilatorio, o más recientemente la asignación universal por hijo, que era una vieja demanda nuestra. A pesar de que todavía hay una conquista inconclusa porque hay un sector que debería ser incorporado, como el de los monotributistas, es una medida que realmente cambió de raíz la concepción de las políticas de la seguridad social en Argentina, que es la universalización. 

–¿Ustedes creen que les van a dar la personería? –Nosotros creemos que cada día que pasa se hace más difícil la posición del Gobierno respecto de la negativa de otorgar la personería a la CTA. Esta central ha ido adquiriendo un peso en la opinión pública que hace que hoy ignorarla sea prácticamente tapar el sol con las manos. Formamos parte no solamente de una representación de los trabajadores, sino del debate político de la Argentina. Sin embargo, creemos que hay fuertes presiones, algunas surgen de la CGT y otras de algunos empresarios que no quieren un modelo sindical con más democracia, que saben que detrás de la personería de la CTA vienen otras personerías de otras organizaciones. Pero también están los fallos de la Corte Suprema de Justicia que juegan a favor. Los fallos han sentado jurisprudencia, cada uno de esos fallos es como una capa que se va acumulando y va construyendo un nuevo piso en el que va a ser muy difícil que el Gobierno eluda otorgar la personería gremial, y si lo hace le va a significar un desgaste político más profundo que el que ha tenido. 

–¿Tomar una postura más radical los beneficiaría para obtener la personería? –No creemos que sea un tema que se resuelva de una vez y para siempre, con un paro o con una marcha, por más larga que sea la medida. Esta es una lucha que no empezó con este Gobierno, viene de antes y significa una lucha de construcción de una conciencia. Es una lucha cultural, porque hay que ir contra una cultura política del unicato, de un sindicalismo subordinado al poder del Estado y a los grupos económicos. Hay que ir contra una corriente muy fuerte que hace que, para muchos empresarios, un sindicalismo con mayor libertad en Argentina sea un cálculo de costo. Por eso no creemos que sea algo que se pueda resolver con una medida mágica. Creo que se trata de ir acumulando fuerza, capacidad de presión e ir agregando más razones para que la posición de quienes niegan la personería gremial se haga insostenible. Y eso va a ir llevándonos gradualmente a un cambio que se produce todos los días, porque no es que el cambio se va a producir el día que nos den la personería. El cambio se está produciendo en el tránsito hacia la personería. Es un proceso gradual que va a terminar dejando como un tema, en cierta medida secundario, el de la personería gremial. 

–En la práctica, ¿qué cambiaría si les dieran la personería? –Cambiarían mucho más las cosas si tuviéramos garantizado el fuero sindical para los delegados de los (sindicatos) simplemente inscriptos, si estuviera garantizado el descuento sindical para los que no tienen personería, las representaciones en los conflictos para los que no tienen personería. Esas cosas concretas en el combate cotidiano, en el cuerpo a cuerpo dentro de las empresas, incidirían mucho más que la personería de la CTA. Esto puede producir un gran resplandor como un hecho político, pero la incidencia en las condiciones de las correlaciones de fuerzas entre los grupos empresarios y los trabajadores va a ser siempre gradual. 

–¿Y qué cree que ocurre en el caso de los subtes, donde ni siquiera les dieron la simple inscripción? 
–Es que el fallo de la Corte Suprema de Justicia, que es muy importante, al reconocerle simetría de derechos a (los delegados) de las simplemente inscriptas con las que tienen personería, en realidad lo que hizo fue achicar el tubito por el cual pasa la tinta con la que se firma el otorgamiento de inscripciones gremiales. Ahora es mucho más restrictivo el criterio que aplica la autoridad de Trabajo porque ellos saben que hoy una inscripción gremial en términos jurídicos termina siendo equivalente al de una personería. Y eso es lo que está pasando en subterráneos. Esa es una demostración cabal de cómo la organización y la conciencia de los trabajadores va permitiendo ganar terreno aun en una situación de semilegalidad. Pese a que se les sigue negando la inscripción han obtenido de todas formas una serie de acuerdos logrados bajo la presión de su acción directa una serie de avances que los hacen tener casi los derechos de quien tiene una inscripción sin tener inscripción. Es algo parecido a lo que sucede, salvando las distancias, con la CTA. 

–Se vienen las elecciones en la CTA, ¿va a candidatearse para ser reelecto como secretario general? 
–La idea es tener la continuidad en un mandato para terminar un ciclo que fue el inicio de esta transición después de la conducción de Víctor de Gennaro, y lograr que la CTA se consolide como la otra central. Nosotros pasamos de ser la central alternativa a hoy tener el lugar de ser la otra central de trabajadores de Argentina. Esto es un terreno que hemos ganado contra viento y marea. La idea es terminar este proceso con mayor representación en los gremios de la producción y del sector privado y presencia también de las organizaciones sociales. 

–¿La oposición sería De Gennaro mismo o hay otro candidato? –Todavía no está definido. En realidad, todavía tenemos la posibilidad de lograr una lista de unidad. Es en septiembre. Quizá podamos llegar a una síntesis y, si no, es confrontar distintas miradas sobre lo que está ocurriendo en Argentina y lo podemos hacer en un clima de democracia y demostrar que se puede discrepar y que eso no significa necesariamente la fractura ni la fragmentación de la construcción. 

–Desde algunos sectores se está cuestionando su conducción por verla demasiado cerca del Gobierno o de la CGT. ¿Cuál es su visión respecto de esto? 
–Con respecto a la CGT, es muy simple y cualquier trabajador lo entiende: unidad en la acción cuando los intereses vitales de los trabajadores están en riesgo. Esto significa que las disputas que tenemos en el plano del modelo sindical quedan puestas bajo un paraguas a la espera de que los trabajadores ganen las peleas frente a las patronales. Hay un ejemplo muy concreto: en estos días se acaba de confirmar la reincorporación de 26 trabajadores de una radio de Rosario que trabajaban en el Grupo Vila-Manzano. Se estuvo parando y es la primera vez que el diario La Capital no circula por esa ciudad. Era un conflicto que estaba en un callejón sin salida y fuimos juntos, CTA y CGT, con gremios que respondían a una y otra central. Si hubiéramos dicho que las diferencias con la CGT son cismáticas y hubiésemos ido por separado, seguramente hubiésemos perdido. Pero dijimos: juntemos todas las fuerzas que tenemos y demos un gesto de unidad. Porque la patronal, cuando pisotea nuestros derechos, no pregunta si somos de la CGT o de la CTA. Pretender que en todas las hipótesis de conflicto la CGT es enemiga irreconciliable de la CTA es de un infantilismo que no se sostiene. Sería una actitud dogmática que se daría de narices con la realidad. Y no es un invento de Yasky en 2010. La CTA y el MTA (Movimiento de Trabajadores Argentinos) de (Hugo) Moyano dieron batalla juntos contra las políticas neoliberales del menemismo. Y no me cabe ninguna duda de que si en el 2012 tuviéramos un gobierno de derecha aplicando las mismas políticas que algunos quieren ver en nuestro país, estaríamos de nuevo en la calle juntos. En relación con el Gobierno, yo estoy convencido y creo firmemente en la autonomía. No creo que pueda existir una central que se subordine a un gobierno o partido político que pueda defender los intereses de la clase trabajadora sin atarse en algún momento las manos. Para poder defender los intereses de la clase sin hacer concesiones hay que tener autonomía del Gobierno, de éste o de cualquier otro. 

–Pero habrá más afinidades con unos que con otros… 
–Nosotros aclaramos que hay un rumbo que es necesario defender y profundizar, que es el que empezó cuando se inició el despegue de la lógica del neoliberalismo. Las políticas del Gobierno empezaron a despegar de esa mirada a la brújula que nos traía el FMI, cuando se empezaron a tomar medidas que contradecían la ortodoxia del neoliberalismo y de los grupos económicos, ahí empezamos a ver un rumbo que dijimos “éste es el camino que necesitamos para salir de la picadora de carne que siempre nos pone a los trabajadores como relleno de la empanada”. En realidad eso lo representó (Néstor) Kirchner en algunas medidas que tomó. En otras no. Yo no soy kirchnerista y la CTA no está enrolada detrás de ningún gobierno, pero sí reconocemos un rumbo que tiene vital importancia y trascendencia. Hay medidas frente a las cuales habría que ser muy necio y muy ciego para decir “estamos en contra”. Una central no puede decir doctrinariamente “yo voy a estar en contra del gobierno de Kirchner”. Si yo elijo estratégicamente la oposición permanente, tengo que formar un partido político y reunirme con los que piensen igual, entonces todos los días estoy en contra, de todo. Lo cierto es que corro el riesgo, si soy de izquierda, de terminar jugando a favor de la derecha. Creo que lo que nos corresponde como central es apoyar aquellas medidas que significan avances para el campo popular y para la clase trabajadora, discrepar en otras y tener una actitud crítica que nos permita hacerlo.

Tomado de www.elargentino.com.ar

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